martes, 30 de abril de 2013
la densidad del suspiro
Mi oscuridad, la densidad de mi suspiro, la risa que aflora y hace cultivo sobre la cama, llámalo como quieras, pero te va a iluminar la noche. La noche de ojos cerrados y bocas que se abren lamiendo precipicios, la noche que se te arrastra por dentro dolorosa como un soldado que vuelve a casa, la noche avispero, la noche con su calma electrificada, invasora. Porque te gime la vida en el pecho, te ronronea el verso perfecto, el verso como una hemorragia de flores y alambre, ese verso, el que escupes a solas y jamás recuerdas, aquel que rescato cuando todo es crepúsculo. El verso que te rebosa, que te domina, que te devora, que te azota, que te vuelve mísero y sediento, que se hace de calles y velas rotas.
Cuando cavamos zanjas que nos aislan de nosotros mismos, apuñalando la nada, dónde tienes la fuerza sino es en la boca. Dónde refugiarte sino es en tu hoja. Tu hoja como un árbol en mitad de la tormenta. Tu antiaéreo, madriguera, verbo. Vamos a esculpirnos una marea de versos ahí donde más duela. En el fondo del fondo, donde nadie mira, donde los buques hundidos son algo más que puro romanticismo, donde nadie se atreve, donde los cobardes no ven ni paisaje y nosotros sentimos hambre y emoción.
Cuando la debilidad sea carne y quiera agotarme de amor, dame tu ángulo muerto que yo haré belleza de él. Dame tu vacío que lo colmaré con mi absenta y lo haré rimar con mi sangre y con lo que me violenta y me tienta, cosiendo minutos a los destellos, inventándote faros y más noches.
Porque cuando tiras de mi pelo, tiras del paraíso. Porque cuando te asomas al verde de mi mirada es la calada del abismo. Porque reptamos hacia abajo aunque nadie lo entienda. Porque inventamos lenguas, idiomas, nunca espejismos.
F.Lopez
lunes, 29 de abril de 2013
Cuento entero.
—¿Qué quieres, viejo?...
Varias veces cayó la pregunta de lo alto de los andamios. Pero el viejo no respondía. Andaba de un lugar a otro, fisgoneando, sacándose de la garganta un largo monólogo de frases incomprensibles. Ya habían descendido las tejas, cubriendo los canteros muertos con su mosaico de barro cocido. Arriba, los picos desprendían piedras de mampostería, haciéndolas rodar por canales de madera, con gran revuelo de cales y de yesos. Y por las almenas sucesivas que iban desdentando las murallas aparecían —despojados de su secreto— cielos rasos ovales o cuadrados, cornisas, guirnaldas, dentículos, astrágalos, y papeles encolados que colgaban de los testeros como viejas pieles de serpiente en muda. Presenciando la demolición, una Ceres con la nariz rota y el peplo desvaído, veteado de negro el tocado de mieses, se erguía en el traspatio, sobre su fuente de mascarones borrosos. Visitados por el sol en horas de sombra, los peces grises del estanque bostezaban en agua musgosa y tibia, mirando con el ojo redondo aquellos obreros, negros sobre claro de cielo, que iban rebajando la altura secular de la casa. El viejo se había sentado, con el cayado apuntalándole la barba, al pie de la estatua. Miraba el subir y bajar de cubos en que viajaban restos apreciables. Oíanse, en sordina, los rumores de la calle mientras, arriba, las poleas concertaban, sobre ritmos de hierro con piedra, sus gorjeos de aves desagradables y pechugonas.
Dieron las cinco. Las cornisas y entablamentos se desploblaron. Sólo quedaron escaleras de mano, preparando el salto del día siguiente. El aire se hizo más fresco, aligerado de sudores, blasfemias, chirridos de cuerdas, ejes que pedían alcuzas y palmadas en torsos pringosos. Para la casa mondada el crepúsculo llegaba más pronto. Se vestía de sombras en horas en que su ya caída balaustrada superior solía regalar a las fachadas algún relumbre de sol. La Ceres apretaba los labios. Por primera vez las habitaciones dormirían sin persianas, abiertas sobre un paisaje de escombros.
Contrariando sus apetencias, varios capiteles yacían entre las hierbas. Las hojas de acanto descubrían su condición vegetal. Una enredadera aventuró sus tentáculos hacia la voluta jónica, atraída por un aire de familia. Cuando cayó la noche, la casa estaba más cerca de la tierra. Un marco de puerta se erguía aún, en lo alto, con tablas de sombras suspendidas de sus bisagras desorientadas.
II
Entonces el negro viejo, que no se había movido, hizo gestos extraños, volteando su cayado sobre un cementerio de baldosas.
Los cuadrados de mármol, blancos y negros volaron a los pisos, vistiendo la tierra. Las piedras con saltos certeros, fueron a cerrar los boquetes de las murallas. Hojas de nogal claveteadas se encajaron en sus marcos, mientras los tornillos de las charnelas volvían a hundirse en sus hoyos, con rápida rotación. En los canteros muertos, levantadas por el esfuerzo de las flores, las tejas juntaron sus fragmentos, alzando un sonoro torbellino de barro, para caer en lluvia sobre la armadura del techo. La casa creció, traída nuevamente a sus proporciones habituales, pudorosa y vestida. La Ceres fue menos gris. Hubo más peces en la fuente. Y el murmullo del agua llamó begonias olvidadas.
El viejo introdujo una llave en la cerradura de la puerta principal, y comenzó a abrir ventanas. Sus tacones sonaban a hueco. Cuando encendió los velones, un estremecimiento amarillo corrió por el óleo de los retratos de familia, y gentes vestidas de negro murmuraron en todas las galerías, al compás de cucharas movidas en jícaras de chocolate.
Don Marcial, el Marqués de Capellanías, yacía en su lecho de muerte, el pecho acorazado de medallas, escoltado por cuatro cirios con largas barbas de cera derretida.
III
Los cirios crecieron lentamente, perdiendo sudores. Cuando recobraron su tamaño, los apagó la monja apartando una lumbre. Las mechas blanquearon, arrojando el pabilo. La casa se vació de visitantes y los carruajes partieron en la noche. Don Marcial pulsó un teclado invisible y abrió los ojos.
Confusas y revueltas, las vigas del techo se iban colocando en su lugar. Los pomos de medicina, las borlas de damasco, el escapulario de la cabecera, los daguerrotipos, las palmas de la reja, salieron de sus nieblas. Cuando el médico movió la cabeza con desconsuelo profesional, el enfermo se sintió mejor. Durmió algunas horas y despertó bajo la mirada negra y cejuda del Padre Anastasio. De franca, detallada, poblada de pecados, la confesión se hizo reticente, penosa, llena de escondrijos. ¿Y qué derecho tenía, en el fondo, aquel carmelita, a entrometerse en su vida? Don Marcial se encontró, de pronto, tirado en medio del aposento. Aligerado de un peso en las sienes, se levantó con sorprendente celeridad. La mujer desnuda que se desperezaba sobre el brocado del lecho buscó enaguas y corpiños, llevándose, poco después, sus rumores de seda estrujada y su perfume. Abajo, en el coche cerrado, cubriendo tachuelas del asiento, había un sobre con monedas de oro.
Don Marcial no se sentía bien. Al arreglarse la corbata frente a la luna de la consola se vio congestionado. Bajó al despacho donde lo esperaban hombres de justicia, abogados y escribientes, para disponer la venta pública de la casa. Todo había sido inútil. Sus pertenencias se irían a manos del mejor postor, al compás de martillo golpeando una tabla. Saludó y le dejaron solo. Pensaba en los misterios de la letra escrita, en esas hebras negras que se enlazan y desenlazan sobre anchas hojas afiligranadas de balanzas, enlazando y desenlazando compromisos, juramentos, alianzas, testimonios, declaraciones, apellidos, títulos, fechas, tierras, árboles y piedras; maraña de hilos, sacada del tintero, en que se enredaban las piernas del hombre, vedándole caminos desestimados por la Ley; cordón al cuello, que apretaban su sordina al percibir el sonido temible de las palabras en libertad. Su firma lo había traicionado, yendo a complicarse en nudo y enredos de legajos. Atado por ella, el hombre de carne se hacía hombre de papel.
Era el amanecer. El reloj del comedor acababa de dar la seis de la tarde.
IV
Transcurrieron meses de luto, ensombrecidos por un remordimiento cada vez mayor. Al principio, la idea de traer una mujer a aquel aposento se le hacía casi razonable. Pero, poco a poco, las apetencias de un cuerpo nuevo fueron desplazadas por escrúpulos crecientes, que llegaron al flagelo. Cierta noche, Don Marcial se ensangrentó las carnes con una correa, sintiendo luego un deseo mayor, pero de corta duración. Fue entonces cuando la Marquesa volvió, una tarde, de su paseo a las orillas del Almendares. Los caballos de la calesa no traían en las crines más humedad que la del propio sudor. Pero, durante todo el resto del día, dispararon coces a las tablas de la cuadra, irritados, al parecer, por la inmovilidad de nubes bajas.
Al crepúsculo, una tinaja llena de agua se rompió en el baño de la Marquesa. Luego, las lluvias de mayo rebosaron el estanque. Y aquella negra vieja, con tacha de cimarrona y palomas debajo de la cama, que andaba por el patio murmurando: «¡Desconfía de los ríos, niña; desconfía de lo verde que corre!» No había día en que el agua no revelara su presencia. Pero esa presencia acabó por no ser más que una jícara derramada sobre el vestido traído de París, al regreso del baile aniversario dado por el Capitán General de la Colonia.
Reaparecieron muchos parientes. Volvieron muchos amigos. Ya brillaban, muy claras, las arañas del gran salón. Las grietas de la fachada se iban cerrando. El piano regresó al clavicordio. Las palmas perdían anillos. Las enredaderas saltaban la primera cornisa. Blanquearon las ojeras de la Ceres y los capiteles parecieron recién tallados. Más fogoso Marcial solía pasarse tardes enteras abrazando a la Marquesa. Borrábanse patas de gallina, ceños y papadas, y las carnes tornaban a su dureza. Un día, un olor de pintura fresca llenó la casa.
V
Los rubores eran sinceros. Cada noche se abrían un poco más las hojas de los biombos, las faldas caían en rincones menos alumbrados y eran nuevas barreras de encajes. Al fin la Marquesa sopló las lámparas. Sólo él habló en la obscuridad.
Partieron para el ingenio, en gran tren de calesas—relumbrante de grupas alazanas, bocados de plata y charoles al sol. Pero, a la sombra de las flores de Pascua que enrojecían el soportal interior de la vivienda, advirtieron que se conocían apenas. Marcial autorizó danzas y tambores de Nación, para distraerse un poco en aquellos días olientes a perfumes de Colonia, baños de benjuí, cabelleras esparcidas, y sábanas sacadas de armarios que, al abrirse, dejaban caer sobre las lozas un mazo de vetiver. El vaho del guarapo giraba en la brisa con el toque de oración. Volando bajo, las auras anunciaban lluvias reticentes, cuyas primeras gotas, anchas y sonoras, eran sorbidas por tejas tan secas que tenían diapasón de cobre. Después de un amanecer alargado por un abrazo deslucido, aliviados de desconciertos y cerrada la herida, ambos regresaron a la ciudad. La Marquesa trocó su vestido de viaje por un traje de novia, y, como era costumbre, los esposos fueron a la iglesia para recobrar su libertad. Se devolvieron presentes a parientes y amigos, y, con revuelo de bronces y alardes de jaeces, cada cual tomó la calle de su morada. Marcial siguió visitando a María de las Mercedes por algún tiempo, hasta el día en que los anillos fueron llevados al taller del orfebre para ser desgrabados. Comenzaba, para Marcial, una vida nueva. En la casa de altas rejas, la Ceres fue sustituida por una Venus italiana, y los mascarones de la fuente adelantaron casi imperceptiblemente el relieve al ver todavía encendidas, pintada ya el alba, las luces de los velones.
VI
Una noche, después de mucho beber y marearse con tufos de tabaco frío, dejados por sus amigos, Marcial tuvo la sensación extraña de que los relojes de la casa daban las cinco, luego las cuatro y media, luego las cuatro, luego las tres y media... Era como la percepción remota de otras posibilidades. Como cuando se piensa, en enervamiento de vigilia, que puede andarse sobre el cielo raso con el piso por cielo raso, entre muebles firmemente asentados entre las vigas del techo. Fue una impresión fugaz, que no dejó la menor huella en su espíritu, poco llevado, ahora, a la meditación.
Y hubo un gran sarao, en el salón de música, el día en que alcanzó la minoría de edad. Estaba alegre, al pensar que su firma había dejado de tener un valor legal, y que los registros y escribanías, con sus polillas, se borraban de su mundo. Llegaba al punto en que los tribunales dejan de ser temibles para quienes tienen una carne desestimada por los códigos. Luego de achisparse con vinos generosos, los jóvenes descolgaron de la pared una guitarra incrustada de nácar, un salterio y un serpentón. Alguien dio cuerda al reloj que tocaba la Tirolesa de las Vacas y la Balada de los Lagos de Escocia. Otro embocó un cuerno de caza que dormía, enroscado en su cobre, sobre los fieltros encarnados de la vitrina, al lado de la flauta traversera traída de Aranjuez. Marcial, que estaba requebrando atrevidamente a la de Campoflorido, su sumó al guirigay, buscando en el teclado, sobre bajos falsos, la melodía del Trípili-Trápala. Y subieron todos al desván, de pronto, recordando que allá, bajo vigas que iban recobrando el repello, se guardaban los trajes y libreas de la Casa de Capellanías. En entrepaños escarchados de alcanfor descansaban los vestidos de corte, un espadín de Embajador, varias guerreras emplastronadas, el manto de un Príncipe de la Iglesia, y largas casacas, con botones de damasco y difuminos de humedad en los pliegues. Matizáronse las penumbras con cintas de amaranto, miriñaques amarillos, túnicas marchitas y flores de terciopelo. Un traje de chispero con redecilla de borlas, nacido en una mascarada de carnaval, levantó aplausos. La de Campoflorido redondeó los hombros empolvados bajo un rebozo de color de carne criolla, que sirviera a cierta abuela, en noche de grandes decisiones familiares, para avivar los amansados fuegos de un rico Síndico de Clarisas.
Disfrazados regresaron los jóvenes al salón de música. Tocado con un tricornio de regidor, Marcial pegó tres bastonazos en el piso, y se dio comienzo a la danza de la valse, que las madres hallaban terriblemente impropio de señoritas, con eso de dejarse enlazar por la cintura, recibiendo manos de hombre sobre las ballenas del corset que todas se habían hecho según el reciente patrón de «El Jardín de las Moodas». Las puertas se obscurecieron de fámulas, cuadrerizos, sirvientes, que venían de sus lejanas dependencias y de los entresuelos sofocantes para admirarse ante fiesta de tanto alboroto. Luego. se jugó a la gallina ciega y al escondite. Marcial, oculto con la de Campoflorido detrás de un biombo chino, le estampó un beso en la nuca, recibiendo en respuesta un pañuelo perfumado, cuyos encajes de Bruselas guardaban suaves tibiezas de escote. Y cuando las muchachas se alejaron en las luces del crepúsculo, hacia las atalayas y torreones que se pintaban en grisnegro sobre el mar, los mozos fueron a la Casa de Baile, donde tan sabrosamente se contoneaban las mulatas de grandes ajorcas, sin perder nunca—así fuera de movida una guaracha—sus zapatillas de alto tacón. Y como se estaba en carnavales, los del Cabildo Arará Tres Ojos levantaban un trueno de tambores tras de la pared medianera, en un patio sembrado de granados. Subidos en mesas y taburetes, Marcial y sus amigos alabaron el garbo de una negra de pasas entrecanas, que volvía a ser hermosa, casi deseable, cuando miraba por sobre el hombro, bailando con altivo mohín de reto.
VII
Las visitas de Don Abundio, notario y albacea de la familia, eran más frecuentes. Se sentaba gravemente a la cabecera de la cama de Marcial, dejando caer al suelo su bastón de ácana para despertarlo antes de tiempo. Al abrirse, los ojos tropezaban con una levita de alpaca, cubierta de caspa, cuyas mangas lustrosas recogían títulos y rentas. Al fin sólo quedó una pensión razonable, calculada para poner coto a toda locura. Fue entonces cuando Marcial quiso ingresar en el Real Seminario de San Carlos.
Después de mediocres exámenes, frecuentó los claustros, comprendiendo cada vez menos las explicaciones de los dómines. El mundo de las ideas se iba despoblando. Lo que había sido, al principio, una ecuménica asamblea de peplos, jubones, golas y pelucas, controversistas y ergotantes, cobraba la inmovilidad de un museo de figuras de cera. Marcial se contentaba ahora con una exposición escolástica de los sistemas, aceptando por bueno lo que se dijera en cualquier texto. «León», «Avestruz», «Ballena», «Jaguar», leíase sobre los grabados en cobre de la Historia Natural. Del mismo modo, «Aristóteles», «Santo Tomás», «Bacon», «Descartes», encabezaban páginas negras, en que se catalogaban aburridamente las interpretaciones del universo, al margen de una capitular espesa. Poco a poco, Marcial dejó de estudiarlas, encontrándose librado de un gran peso. Su mente se hizo alegre y ligera, admitiendo tan sólo un concepto instintivo de las cosas. ¿Para qué pensar en el prisma, cuando la luz clara de invierno daba mayores detalles a las fortalezas del puerto? Una manzana que cae del árbol sólo es incitación para los dientes. Un pie en una bañadera no pasa de ser un pie en una bañadera. El día que abandonó el Seminario, olvidó los libros. El gnomon recobró su categorla de duende: el espectro fue sinónimo de fantasma; el octandro era bicho acorazado, con púas en el lomo.
Varias veces, andando pronto, inquieto el corazón, había ido a visitar a las mujeres que cuchicheaban, detrás de puertas azules, al pie de las murallas. El recuerdo de la que llevaba zapatillas bordadas y hojas de albahaca en la oreja lo perseguía, en tardes de calor, como un dolor de muelas. Pero, un día, la cólera y las amenazas de un confesor le hicieron llorar de espanto. Cayó por última vez en las sábanas del infiemo, renunciando para siempre a sus rodeos por calles poco concurridas, a sus cobardías de última hora que le hacían regresar con rabia a su casa, luego de dejar a sus espaldas cierta acera rajada, señal, cuando andaba con la vista baja, de la media vuelta que debía darse por hollar el umbral de los perfumes.
Ahora vivía su crisis mística, poblada de detentes, corderos pascuales, palomas de porcelana, Vírgenes de manto azul celeste, estrellas de papel dorado, Reyes Magos, ángeles con alas de cisne, el Asno, el Buey, y un terrible San Dionisio que se le aparecía en sueños, con un gran vacío entre los hombros y el andar vacilante de quien busca un objeto perdido. Tropezaba con la cama y Marcial despertaba sobresaltado, echando mano al rosario de cuentas sordas. Las mechas, en sus pocillos de aceite, daban luz triste a imágenes que recobraban su color primero.
VIII
Los muebles crecían. Se hacía más difícil sostener los antebrazos sobre el borde de la mesa del comedor. Los armarios de cornisas labradas ensanchaban el frontis. Alargando el torso, los moros de la escalera acercaban sus antorchas a los balaustres del rellano. Las butacas eran mas hondas y los sillones de mecedora tenían tendencia a irse para atrás. No había ya que doblar las piernas al recostarse en el fondo de la bañadera con anillas de mármol.
Una mañana en que leía un libro licencioso, Marcial tuvo ganas, súbitamente, de jugar con los soldados de plomo que dormían en sus cajas de madera. Volvió a ocultar el tomo bajo la jofaina del lavabo, y abrió una gaveta sellada por las telarañas. La mesa de estudio era demasiado exigua para dar cabida a tanta gente. Por ello, Marcial se sentó en el piso. Dispuso los granaderos por filas de ocho. Luego, los oficiales a caballo, rodeando al abanderado. Detrás, los artilleros, con sus cañones, escobillones y botafuegos. Cerrando la marcha, pífanos y timbales, con escolta de redoblantes. Los morteros estaban dotados de un resorte que permitía lanzar bolas de vidrio a más de un metro de distancia.
—¡Pum!... ¡Pum!... ¡Pum!...
Caían caballos, caían abanderados, caían tambores. Hubo de ser llamado tres veces por el negro Eligio, para decidirse a lavarse las manos y bajar al comedor.
Desde ese día, Marcial conservó el hábito de sentarse en el enlosado. Cuando percibió las ventajas de esa costumbre, se sorprendió por no haberlo pensando antes. Afectas al terciopelo de los cojines, las personas mayores sudan demasiado. Algunas huelen a notario—como Don Abundio—por no conocer, con el cuerpo echado, la frialdad del mármol en todo tiempo. Sólo desde el suelo pueden abarcarse totalmente los ángulos y perspectivas de una habitación. Hay bellezas de la madera, misteriosos caminos de insectos, rincones de sombra, que se ignoran a altura de hombre. Cuando llovía, Marcial se ocultaba debajo del clavicordio. Cada trueno hacía temblar la caja de resonancia, poniendo todas las notas a cantar. Del cielo caían los rayos para construir aquella bóveda de calderones-órgano, pinar al viento, mandolina de grillos.
IX
Aquella mañana lo encerraron en su cuarto. Oyó murmullos en toda la casa y el almuerzo que le sirvieron fue demasiado suculento para un día de semana. Había seis pasteles de la confitería de la Alameda—cuando sólo dos podían comerse, los domingos, despues de misa. Se entretuvo mirando estampas de viaje, hasta que el abejeo creciente, entrando por debajo de las puertas, le hizo mirar entre persianas. Llegaban hombres vestidos de negro, portando una caja con agarraderas de bronce. Tuvo ganas de llorar, pero en ese momento apareció el calesero Melchor, luciendo sonrisa de dientes en lo alto de sus botas sonoras. Comenzaron a jugar al ajedrez. Melchor era caballo. Él, era Rey. Tomando las losas del piso por tablero, podía avanzar de una en una, mientras Melchor debía saltar una de frente y dos de lado, o viceversa. El juego se prolongó hasta más allá del crepúsculo, cuando pasaron los Bomberos del Comercio.
Al levantarse, fue a besar la mano de su padre que yacía en su cama de enfermo. El Marqués se sentía mejor, y habló a su hijo con el empaque y los ejemplos usuales. Los «Sí, padre» y los «No, padre», se encajaban entre cuenta y cuenta del rosario de preguntas, como las respuestas del ayudante en una misa. Marcial respetaba al Marqués, pero era por razones que nadie hubiera acertado a suponer. Lo respetaba porque era de elevada estatura y salla, en noches de baile, con el pecho rutilante de condecoraciones: porque le envidiaba el sable y los entorchados de oficial de milicias; porque, en Pascuas, había comido un pavo entero, relleno de almendras y pasas, ganando una apuesta; porque, cierta vez, sin duda con el ánimo de azotarla, agarró a una de las mulatas que barrían la rotonda, llevándola en brazos a su habitación. Marcial, oculto detrás de una cortina, la vio salir poco después, llorosa y desabrochada, alegrándose del castigo, pues era la que siempre vaciaba las fuentes de compota devueltas a la alacena.
El padre era un ser terrible y magnánimo al que debla amarse después de Dios. Para Marcial era más Dios que Dios, porque sus dones eran cotidianos y tangibles. Pero prefería el Dios del cielo, porque fastidiaba menos.
X
Cuando los muebles crecieron un poco más y Marcial supo como nadie lo que había debajo de las camas, armarios y vargueños, ocultó a todos un gran secreto: la vida no tenía encanto fuera de la presencia del calesero Melchor. Ni Dios, ni su padre, ni el obispo dorado de las procesiones del Corpus, eran tan importantes como Melchor.
Melchor venía de muy lejos. Era nieto de príncipes vencidos. En su reino había elefantes, hipopótamos, tigres y jirafas. Ahí los hombres no trabajaban, como Don Abundio, en habitaciones obscuras, llenas de legajos. Vivían de ser más astutos que los animales. Uno de ellos sacó el gran cocodrilo del lago azul, ensartándolo con una pica oculta en los cuerpos apretados de doce ocas asadas. Melchor sabía canciones fáciles de aprender, porque las palabras no tenían significado y se repetían mucho. Robaba dulces en las cocinas; se escapaba, de noche, por la puerta de los cuadrerizos, y, cierta vez, había apedreado a los de la guardia civil, desapareciendo luego en las sombras de la calle de la Amargura.
En días de lluvia, sus botas se ponían a secar junto al fogón de la cocina. Marcial hubiese querido tener pies que llenaran tales botas. La derecha se llamaba Calambín. La izquierda, Calambán. Aquel hombre que dominaba los caballos cerreros con sólo encajarles dos dedos en los belfos; aquel señor de terciopelos y espuelas, que lucía chisteras tan altas, sabía también lo fresco que era un suelo de mármol en verano, y ocultaba debajo de los muebles una fruta o un pastel arrebatados a las bandejas destinadas al Gran Salón. Marcial y Melchor tenían en común un depósito secreto de grageas y almendras, que llamaban el «Urí, urí, urá», con entendidas carcajadas. Ambos habían explorado la casa de arriba abajo, siendo los únicos en saber que existía un pequeño sótano lleno de frascos holandeses, debajo de las cuadras, y que en desván inútil, encima de los cuartos de criadas, doce mariposas polvorientas acababan de perder las alas en caja de cristales rotos.
XI
Cuando Marcial adquirió el habito de romper cosas, olvidó a Melchor para acercarse a los perros. Había varios en la casa. El atigrado grande; el podenco que arrastraba las tetas; el galgo, demasiado viejo para jugar; el lanudo que los demás perseguían en épocas determinadas, y que las camareras tenían que encerrar.
Marcial prefería a Canelo porque sacaba zapatos de las habitaciones y desenterraba los rosales del patio. Siempre negro de carbón o cubierto de tierra roja, devoraba la comida de los demás, chillaba sin motivo y ocultaba huesos robados al pie de la fuente. De vez en cuando, también, vaciaba un huevo acabado de poner, arrojando la gallina al aire con brusco palancazo del hocico. Todos daban de patadas al Canelo. Pero Marcial se enfermaba cuando se lo llevaban. Y el perro volvía triunfante, moviendo la cola, después de haber sido abandonado más allá de la Casa de Beneficencia, recobrando un puesto que los demás, con sus habilidades en la caza o desvelos en la guardia, nunca ocuparían.
Canelo y Marcial orinaban juntos. A veces escogían la alfombra persa del salón, para dibujar en su lana formas de nubes pardas que se ensanchaban lentamente. Eso costaba castigo de cintarazos.
Pero los cintarazos no dolían tanto como creían las personas mayores. Resultaban, en cambio, pretexto admirable para armar concertantes de aullidos, y provocar la compasión de los vecinos. Cuando la bizca del tejadillo calificaba a su padre de «bárbaro», Marcial miraba a Canelo, riendo con los ojos Lloraban un poco más, para ganarse un bizcocho y todo quedaba olvidado. Ambos comían tierra, se revolcaban al sol, bebían en la fuente de los peces, buscaban sombra y perfume al pie de las albahacas. En horas de calor, los canteros húmedos se llenaban de gente. Ahí estaba la gansa gris, con bolsa colgante entre las patas zambas; el gallo viejo de culo pelado; la lagartija que decía «urí, urá», sacándose del cuello una corbata rosada; el triste jubo nacido en ciudad sin hembras; el ratón que tapiaba su agujero con una semilla de carey. Un día señalaron el perro a Marcial.
—¡Guau, guau! —dijo.
Hablaba su propio idioma. Había logrado la suprema libertad. Ya quería alcanzar, con sus manos objetos que estaban fuera del alcance de sus manos.
XII
Hambre, sed, calor, dolor, frío. Apenas Marcial redujo su percepción a la de estas realidades esenciales, renunció a la luz que ya le era accesoiria. Ignoraba su nombre. Retirado el bautismo, con su sal desagradable, no quiso ya el olfato, ni el oído, ni siquiera la vista. Sus manos rozaban formas placenteras. Era un ser totalmente sensible y táctil. El universo le entraba por todos los poros. Entonces cerró los ojos que sólo divisaban gigantes nebulosos y penetró en un cuerpo caliente, húmedo, lleno de tinieblas, que moría. El cuerpo, al sentirlo arrebozado con su propia sustancia, resbaló hacia la vida.
Pero ahora el tiempo corrió más pronto, adelgazando sus últimas horas. Los minutos sonaban a glissando de naipes bajo el pulgar de un jugador.
Las aves volvieron al huevo en torbellino de plumas. Los peces cuajaron la hueva, dejando una nevada de escamas en el fondo del estanque. Las palmas doblaron las pencas, desapareciendo en la tierra como abanicos cerrados. Los tallos sorbían sus hojas y el suelo tiraba de todo lo que le perteneciera. El trueno retumbaba en los corredores. Crecían pelos en la gamuza de los guantes. Las mantas de lana se destejían, redondeando el vellón de carneros distantes. Los armarios, los vargueños, las camas, los crucifijos, las mesas, las persianas, salieron volando en la noche, buscando sus antiguas raíces al pie de las selvas. Todo lo que tuviera clavos se desmoronaba. Un bergantín, anclado no se sabía dónde, llevó presurosamente a Italia los mármoles del piso y de la fuente. Las panoplias, los herrajes, las llaves, las cazuelas de cobre, los bocados de las cuadras, se derretían, engrosando un río de metal que galerías sin techo canalizaban hacia la tierra. Todo se metamorfoseaba, regresando a la condición primera. El barro, volvió al barro, dejando un yermo en lugar de la casa.
XIII
Cuando los obreros vinieron con el día para proseguir la demolición, encontraron el trabajo acabado. Alguien se había llevado la estatua de Ceres, vendida la víspera a un anticuario. Después de quejarse al Sindicato, los hombres fueron a sentarse en los bancos de un parque municipal. Uno recordó entonces la historia, muy difuminada, de una Marquesa de Capellanías, ahogada, en tarde de mayo, entre las malangas del Almendares. Pero nadie prestaba atención al relato, porque el sol viajaba de oriente a occidente, y las horas que crecen a la derecha de los relojes deben alargarse por la pereza, ya que son las que más seguramente llevan a la muerte.
F.Lopez
Las palabras lo son todo
al menos para mí.
Son una forma de sacar
el lastre del alma.
La manera de acariciar
cuando no se puede por la distancia.
De dar un abrazo,
o de consolar a un amigo.
Las palabras son amor
y son un arma.
son un camino,un destino,
e incluso una añoranza.
palabras con las que decirte te amo
y lo que me gustan tus palabras.
F.Lopez
En tus manos cuelga mi fantasía,
donde tu sonrisa es invitación
a un viaje libido
donde deposito la ilusión
de tu cuerpo entrelazado a mi alma
en la cama de la perdición.
¡Que se detenga el tiempo!
que no hay segundos para pensar...
La ropa desaparece
y quedas vulnerable ante mi,
ante mi deseo extasiado
por dominar tus caderas enardecidas;
de tus glúteos apoderarme con mis manos
y guiarte al infinito de mi ser;
toma con tu boca mi piel,
tierna flor de primavera,
que quiero vencer al tiempo,
a la disputa del amor y lo correcto,
que sólo hay una vida
y la mía se pierde en tu cuerpo.
F.Lopez
sábado, 6 de abril de 2013
SIN MIEDO...........
No Tengas Miedo
Acabare, con tus miedos con mis besos,
con mis caricias, explorare con mis manos
tu cuerpo mientras mis labios te seducen
besare tu cuello, tus pechos, tu sexo, hasta
hacerte mia.
Te despojare, de tus néctares te llenare de
deseos beberé de ti seras mia amare tu alma
llenare tu ser acabare con tus miedos en la
primera noche de amor te llavare al extasis
de la pasión.
Nuestras sabanas con olor a ti, quiero sentirte
darte caricias atrevidas que tiemble toda tu piel
que hasta los poros de tu piel ansien tenerme que
tus caricias tus besos quemen mi ser que nuestros
cuerpos se unan y nuestro sudor se mezcle.
Quiero tenerte desnuda entre mis piernas y
gozar del sudor de tu cuerpo recorrer cada poro
de tu piel hasta estremecerte.
Con tus manos guías mis labios, tu boca, mi miembro.
Dejando saber tu deseo atrapándome para que beba
de ti los placeres infinitos que emanan de ti.
Déjame saborearte, quiero beber de ti, quiero alborotar
tu alma que necesites mi cuerpo para vivir asi como yo
necesito tu alma y tu ser.
D.Lope
Deseo Ardiente
Sintiendo vibrar tu piel me estremezco
delinear tu cuerpo con mis besos y sentir
tus movimientos en mi al ritmo de la pasión.
Te llevare a mi placer llegare a ti, te desnudare
con ansias para sentir tu piel vibrar con mis
labios tocare tu intimidad la sentiré vibrar.
La liberare, con mis besos, con mis caricias,
lentamente la haré estremecer, en tu piel
desnudo mis labios recorrerán y disfrutaran
tu desnudez llegando a tu placer y haciendo
desbordar tus néctares.
Mientras jugando en tu cuerpo acariciando
nuestro ser y juntos alcanzamos la intensidad
y sucumbimos en el placer de los dos.
Derramándome en ti y tu en mi .
Mezclar tu olor al mio deseo enredarte
entre mis piernas tenerte envuelto de
placer.
Deseo tu cuerpo para que se hunda en
el mio que mis labios se pierdan en tus
néctares mientras los tuyos en mis mieles
se deleitan bebiendo lo que de tu cuerpo
emanas.
Es ardiente deseo lo que yo por ti siento
deseo penetrarte tan hondo que llenes
de lujuria mi cuerpo.
Y quedes entrelazada a mi.
D.Lope
Deseo Ardiente
Sintiendo vibrar tu piel me estremezco
delinear tu cuerpo con mis besos y sentir
tus movimientos en mi al ritmo de la pasión.
Te llevare a mi placer llegare a ti, te desnudare
con ansias para sentir tu piel vibrar con mis
labios tocare tu intimidad la sentiré vibrar.
La liberare, con mis besos, con mis caricias,
lentamente la haré estremecer, en tu piel
desnudo mis labios recorrerán y disfrutaran
tu desnudez llegando a tu placer y haciendo
desbordar tus néctares.
Mientras jugando en tu cuerpo acariciando
nuestro ser y juntos alcanzamos la intensidad
y sucumbimos en el placer de los dos.
Derramándome en ti y tu en mi .
Mezclar tu olor al mio deseo enredarte
entre mis piernas tenerte envuelto de
placer.
Deseo tu cuerpo para que se hunda en
el mio que mis labios se pierdan en tus
néctares mientras los tuyos en mis mieles
se deleitan bebiendo lo que de tu cuerpo
emanas.
Es ardiente deseo lo que yo por ti siento
deseo penetrarte tan hondo que llenes
de lujuria mi cuerpo.
Y quedes entrelazada a mi.
D.Lope
Donde estas?????????
Donde estabas cuando la gelida tarde calaba hondo en mis huesos, y el nefasto silencio se apoderaba del crudo invierno mientras yo te esperaba.
Donde estabas cuando la peligrosa desolacion de la madrugada, me mostraba amores ficticios, con amargos sabores que llenan espacios vacios de noches solitarias.
Donde estabas cuando totalmente embriagado por el vicio de la soledad, alucinaba abrazos divagando en mi inconsiencia, y la ferviente lucha por imponer mis caprichos al destino, que una vez mas se interpuso en mi camino, dejando sin chances al amor que una vez sentimos.
Donde estabas cuando mi corazon enloquecido choco con la paradojica realidad, y mis manos transpiraban ausencia de caricias que las horas despiadadas como filosos cuchillos llegaban a mis entrañas, mientras yo te esperaba, mi mente y mis ojos esculpian tu figura en cada rincon de nuestra morada.
Donde estabas cuando la tenue luz de la mañana veia mi cama vacia, y el sueño mas hermoso terminaba.
Donde estabas cuando miraba de reojo mi sombra creyendo que me acompañabas, y maquillaba mi alma con sonrisas inventadas.
Donde estabas cuando el viento secaba una y otra vez mis lagrimas, y el martirio de lo intangible vestia de luto mis ganas.
Nada hacia suponer que te iba a volver a ver, cuando mi amor por vos se debilitaba, ya lo peor habia pasado, donde estabas amor mio cuando te necesitaba.
Locas neuronas
Neuronas maniatadas,
y su mente se derrumba
al rugir de los escombros
en telúricas turbulencias.
Abruman la pared craneana
bisagra a la realidad,
y demagógicas se contonean
en un río maldito de incongruencias.
Sacuden amenazantes despojos
de eximia coherencia,
que desvarian moribundos
sin clemencia.
Con osadia se acercan
al borde del delirio
perpetrado en la canibalesca
sombra de la locura.
Pululan fanáticas y crueles
en propósito ferviente
de chantajear esa mente
castigada e impotente.
Brego por el norte de tu cuerpo
donde un mentado resquicio de cordura
se alza como un férreo vástago erguido
en el duro fragor de la locura.
D.Lope
Que si te amo me preguntastes
Mis palabras le piden refugio a tus ojos que hablan el lenguaje magico del amor, gritos que se transforman en susurros, ambigua manera de expresar lo que hay en el alma escondido, que llega suave a deleitar mis oidos.
Tu piel se anima a suaves e interminables caricias, como el estribillo de una cancion que nunca termina.
Esta relacion de pasion, que hizo desaparecer el mundo y se transformo en amor, logro sacar bajo fianza mi desesperanza, y alcanzar la libertad cada vez que estoy con vos.
Y en la madrugada fria, donde no hay reparo, y el sol no ha salido, quedaron al descubierto nuestros cuerpos, de esto no planeado que los dos vivimos.
Este amor es como el sol escondido en el mar, que por las mañanas se trepa al cielo, y por las tardes va escapandose de las nubes buscando el horizonte para descansar.
Este amor que viajo a tierras lejanas y nunca tuvo miedo, vivio en la distancia siempre custodiado por el padre cielo.
Lo nuestro nunca fue en vano, porque el amor y la pasion siempre fueron de la mano.
Y cuando la pasividad se adueño de nuestros cuerpos, despues de haber perdido la nocion del tiempo recorriendo con mis manos tu templo perfecto, la pasion descansa en un rato de calma dejando fluir otros sentimientos.
Se escucha un te amo en este idilio soñado, de esa composicion maestra de dos seres que se aman.
LLeno de jubilo te doy la bienvenida, yo se que sos la mujer de mi vida, y desde lo mas profundo de mi alma a vos me dirijo, yo quiero que seas la madre de mis hijos.
D.Lope
Cadenas rotas
Que no se caigan tus petalos flor de pena
resiste
engalana praderas
deja que tu polen sea miel de sonrisas de amores
no seas garra aprensiva antiguas huellas
no dejes que a tu arco lo cubra la niebla
no mueras de tristeza en vano
siempre el tiempo triste sera largo
y la alegria cabrá en tus manos.
¿cuántas caricias necesitara tu cielo para darme los soles de tu sonrisa?
no se si debo
pero tus ojos me hechizan
no se si puedo
pero tu motor es vida
el viento mas fuerte o mas suave
¿sera que mi norte cambia y no lo siento?
¿sera que suave son tus sonrisas y fuerte son tus lamentos?
Y aunque con eufemismos
las miserias humanas siempre son palos en la rueda
no hay arraigos
no hay sentimiento que no muera
no perdura la paciencia
vuela
porque las raíces están en la tierra
vive y reina
no hay palabras de labios mágicos que no salgan de tu boca
no hay silencio en la palabra muda de llanto atragantádo que no entiendas.
La noche tiembla en abrigos de piel de soledad
una palabra camina en la cornisa
esa que en su lecho dormía
que busca horizontes
que une tu norte y mi norte
esa palabra se escribe libertad.
D.Lope
Bienvenido amor a este pobre y vacío corazón
Sensible la esperanza inquieta que se agita con la bonanza de tus palabras.
De tu humilde calma sale una danza de alaridos que embarcan a mi corazon hacia tierras placidas.
Pendientes limpidas hacen deslizar velozmente mi alma encandilada.
Ensayo antiguos canones de conquista, despliego la habilidad de un guerrero para eludir tus indecifrables dudas, que no tardan en tocar a mi puerta.
Te entretengo en el coloquio, y nuestras palabras te distraen mientras yo te miro, y pienso que no toco el suelo.
Atisbos de ruegos que se compaginan con la bella melodia, que me acompaña en este camino de soñar distinto.
Entumesidos mis ojos segregan literalmente amalgamadas huestes de jubilo, que se empecinan en autentificar la reafirmacion del amor naciente.
D.Lope
Mi nada
Me busco y no encuentro
solo una mirada
una palabra
nada de magia
¿Donde estan los pájaros que abrazan la vida con sus alas?
solo hay rimas de un verso que lastima
solo un mendigo ante reacias miradas
solo entretelones de bruma cubriendo la nada.
Me busco y no encuentro
solo tristeza guardada
me pongo el pijama de los sueños muertos
ocupo silencios de noches vacias
que se eternizaron en mi cama
solo heridas sangradas
de una garra filosa de alguna tarde tramposa
donde mis manos atadas no sirvieron para nada.
Me busco y no encuentro
solo alientos de resaca
y cadaveres de botellas destapadas
que duro el tiempo
mis pies cimentados ya no serán huellas
de ningun camino esperanzado
solo deudas de palabra
que te va a cobrar la noche
te jugaste hasta la ropa en una mesa de poker.
Me busco y no encuentro
solo un anima
el cielo diáfano fue tormenta
el demonio te tomo la mano
que parecio ser franca
pero fuiste prisionero de guerra de una sangrienta batalla
la noche te colgo dos ojeras
y en tu piel se vio reflejado un fantasma.
Me busco y no encuentro
solo distancia
sentado en un cafe
aquel amor fue cigarro
te acompaño a la vereda
hasta fue contigo al baño
y dejo tus pulmones en estado lapidario
solapa mojada por el whisky derramado
una boca cansada que no puede calmar la sed
y una neurona acabada
no penso en la madrugada
en tu vida maltratada a punto de perecer
que final para el libro de tu vida
se acabo la tinta
ya no queda nada.
D.Lope
Escúchame DIOS !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Imploro a dios que tu avasallante forma de quererme, y la suspicacia de tus demostraciones, puedan sortear siempre los oscuros baches de mis emociones, que son como el fino hielo de la escarcha a la mañana, que se desarma con los primeros rayos de sol en el alba temprana.
Imploro a dios que en las acogedoras paredes de tu pecho inmenso, acaricies la simpleza de mi amor, con la dulce sinfonia de los latidos tiernos de tu corazon, que sabe que vivo para amarte, y desde mi mas pura escencia, despejo todos los interrongantes sobre mi existencia.
Imploro a dios que la tortura implicita que el tiempo imprime en los atardeceres que tu ausecia duele, escuche tu voz y llene el vacio hasta volver a verte.
Imploro a dios para no convertirme en un paramo perdido en el desierto de tu olvido, y no mojar tus alas en el espejismo de mi necedad, para que volemos juntos siempre respetando nuestra libertad.
Imploro a dios para que en el ultimo minuto de nuestra terrenal existencia, sellemos con un te amo nuestro pasaje a la eternidad.
Como pan para el ambriento, como agua para el sediento
Fue pan de paz
en el hambre de tus sueños
y sollozo en la palabra
del vocablo mudo de tu piel ardiendo.
Fue camino en la espesura del bosque
en la resurrección de tus miedos
y sudor de tierra pegada
al calor de los vientos.
Fue oración en tu ruego
y canto de abrir silencios
fue la pasión de una noche
y el misterio en tu secreto.
Fue camino en la garganta
y elevó tu grito al cielo
fue la holgada transparencia
de un pacto de amor sincero.
D.Lope
La esencia de tu piel amada mia
Piel embaucadora
ríspida agresora de mis deseos
me perepetúa
me aísla
me nombra cuando estoy lejos
acaricia la perspectiva de mis oidos buscándome
incansable
distante pero distinta
porque se lleva mis manos
las encarcela
las provoca
las atrapa
con su lenguaje suave de almíbar sediento
lánguido lamento
en el desierto misterioso de una piel sin tiempo
sin espacio para otras manos
solo las mías
las que llevaron al cielo
la emoción de tus susurros
las imborrables huellas en tus pechos
los soñadores bordes de tu cintura
las inmortales antorchas encendidas de tu fuego.
Cada poro respira tu aliento
cada remoto espacio
grabado en su memoria
recuerda tus besos
cada nido
donde duermen tus caricias
se hizo debajo de mis ropas.
El fuego
en la alabanza de un grito
huyó de los silencios
se hizo carne en el marfíl de tus huesos
como poesía que no derrocha versos
como la nieve derritiéndose
en los jardines verdes despues del invierno
tu piel y mi piel no descansan
solo se llaman.
D.Lope
Me escribeme
Deslúmbrame
desmenúzame
aíslame
rompe los estratos de mi prolija armonía
quiéreme más
más que yo a ti
quita las amarras de mi alma
que gotea la dulce miel de tu aliento.
Suéltame
resúrgeme
abrígame sin miedo
demuéstrame que tu amor no es veneno de serpientes
que es clamor de gloria
que es lucha de combatientes
secuéstrame
encadéname a la suave comezón que en tus caprichos se anuncia
ensálzame con el jugo rojo del cerezo de tu sangre.
Porque si no me caigo en el abismo
me hundo en la inconstancia del poeta
me rebalso como los sueños en un millar de siestas.
Es que mi roca es el fondo de tu río
me pasas por encima
cristalina
torrentosa
me inundas con tu memoria
es que no hay secretos
eres mi magia
el prólogo y el final de mi historia.
Píntame al óleo tus caricias
con el acrílico espesor de tus manos
cauteriza mis heridas
mar de sales
con las curiosas formas que te da la brisa
devuélvele la calma a mis males
brisa dormida
ve a pensar otro día
devuélveles la paz
así se queda con mi vida
así me entrego
sumiso
loco
perdido en tu tórrida mirada.
No soy hueso muerto en la tierra
soy carne
esperando que tu sangre grite por la mía
soy el ronquido inaudible de tus sueños
soy la obra de Vivaldi perdida.
Curiosa clase de mujer
reflejo divino
anónimo y enmascarado te espero
para que me reconozcas entre miles de destinos
súbeme a tu espacio en la literatura dulce de versos gastados
escríbeme de nuevo
escribe en mis capítulos tu vida.
Sigue soñando q es gratis
No sueñes
tributo callado del solar en el poniente
ocre tiznado de barro
te apagas
te miras dormida en medio de tu sueño
que se termina
que no quiere verte
que se fue a jugar a la soledad con la luna
que se mudó a una musa diferente.
Corceles negros
buscando un desvelo
que se resiste a tu sueño
que una vez fue mío
que soñó conmigo
que fue nuestro
que pareció eterno.
Silencio en el borde del río
musgo en el barro
orillas de sueños aban
D.Lopedonados
frío hielo de escarchas
y el miedo corriendo por tus venas
pero mis caricias no repiten estrofas.
En el ombligo de la noche
la justa medida de un jugoso sueño
después de la vigilia
después del tormento
soldado pacífico
testigo sereno
mutilando recuerdos
y no quiero creer
y no quiero volver
porque los sueños que terminan
no vuelven
los sueños que terminan
se mueren.
Sonidos del silencio
Los sonidos del silencio
no son más que pétalos caidos
de flores marchitadas
son angeles quemándose en el fuego
son las formas de tu cuerpo
son sables gastados en las batallas.
Se miran al espejo
no hablan
solo se callan
lanzan dardos con la mirada
cuando cae de madura la palabra
que se hizo historia de amor
que fue magia.
Los silencios no huyeron
en una palabra desperdiciada
se quedaron quietos
no hirieron en vano
se resistieron a la verborragia
de una lengua suelta
feróz
despiadada
fueron trapo mojado
en el castigo implacable
de no mediar palabra
de no querer verte
de evitarte
de que no hay nada
o hay todo.
Los silencios de tus ojos mintiendo
la timidez de tu palabra
que no se anima
que prefiere guardarse
que se aviva muy dentro
pero choca con tu paladar cerrado
con tus dientes apretados
de terror a expresar el miedo
a desnudar el alma.
Silencio en las noches
amordazando secretos
ocultando miserias
que cuentan hasta diez
antes de desatar una guerra
en la agilidad de tus ropas
para salir de tu cuerpo
para dejarme mudo
sin aliento
para detener el tiempo
y hacerme transpirar
en las heladas noches de invierno.
El silencio de los inocentes
de los que cayeron por la patria
el grito de gol en la tribuna contraria
la paz de tu sonrisa descansando en mi mirada
el acogedor fuego del hogar de tu cabaña
se amontonan por miles hasta el desahogo
y a veces se van a la tumba sin decir nada.
El silencio del hambre
de la violencia
de la nostalgia
el que se gesta en mis entrañas
de tristeza
de depresion
de desesperanza.
los silencios se refugian
detrás de la montaña
callan pueblos
avasallan las noches
silencio de amor
que me puede
me desborda
que no precisa hablar
no es palabra
pero se sabe sentimiento
hambre de ti
complotado con la luna
le pidieron al sol que no salga
y me deje amarte
callados
en calma
porque los sonidos de mi silencio te aman.
D.Lope
El amor bailotea
en la nación oculta de un sin nombre
en la ignorancia de querer buscarlo
a veces agoniza
a veces va donde lo llevan
donde lo cuiden
a veces duele y
otras veces se muere.
Verdemar viento talisman
que lloró gozos y sombras
que se pudrió en la estancada gloria
de saberse amado
que no sobrevivió a la desidia
que se murió en la puerta de una nueva historia.
Cuéntame un cuento
plagado de amores que no terminan
baja un dia por los abriles gastados de mis carillas vacias
resurge
deja que mis sombras se perfumen con los acentos y las comas de su ortografia
quiero verte salir en emboscada de sus ojos
y orillar la temperatura cálida de mis amaneceres.
Cristal de roca
pasta acaramelada de la piedad de mis manos
demasiada para no tocarte
para no verte
enjaulada en la mirada de mis portales
ensimismada con el aleteo del colibrí
con la línea imaginaria
de mi frontera con la magia.
Desde cuándo te derretís como lava
en el resurgir de mis ilusiones
desde cuándo robás la melodia de los pájaros
para hacerme canciones
aullido perfecto para armonizar la lírica
que grita extasiada
los compases de tu nombre
para rescatar tus bondades
para acomodarme adentro
en los remiendos de tu renacimiento.
Quiero ser molino
recuperarme con los vientos de tu hegemonía
purificarme
morir en la balacera de tus caricias
abrir el grito de mis alegrias
y que despierten mis mañanas dormidas.
Te pienso
te sueño
y solo se me ocurre amarte.
D.Lope
pareceres
Pudo haber sido pero no fue
fue lo que pudo
yo creí que era un suspiro
pero fue un soplo perdido
me pareció nada
y fue poco.
Nada es lo que parece
a veces la cuna se mece con las manos del terror
a veces termina siendo lo que pareció que iba a ser
cómo puede ser que la lluvia no pare
si siempre que llovió paró
creí que las gotas jugaban a la rayuela con las hojas
pero no
bajan como si nada
solo se caen
solo me pareció.
A veces la esquina no dobla
pero me metí a una casa a mitad de cuadra
pensando en vos
creí estar enamorado
pero a veces engaña
no es amor
es solo que a veces parece que fuera.
Lo que pasa es
que casi siempre
parece ser lo que es
pero a veces
no termina siendo lo que pareció.
domingo, 31 de marzo de 2013
Las noches ...
Son mi bendición
y mi desgarro.
En algunas de ellas
el silencio me envuelve,
me cubre de paz,
de serenidad.
Arropa la soledad
de mis sentidos.
Pero también están las otras..
Cuando me sumerjo en la música
para no escuchar
el enorme vacío
que mora en mi alma.
La desolación me envuelve,
y mis ojos se opacan
por las lágrimas,
que se van deslizando
impasibles por mi cara,
sin un solo gesto,
caudalosas y calladas.
D.Lope
TAN SOLO UN SEGUNDO...
Hoy mi tristeza supera a mi persona y no se q hacer
Alas negras...
jirones de soledad,
cobijando un corazón roto.
Tan sólo un segundo basta...
tan sólo una mirada
hacedora de sueños,
puede cambiar el color de mis alas...
Y renacer al amor...
Donde la esperanza
ilumina como crisol,
mi cielo, mi corazón...
Donde tu silencio
sea capaz de mecer mis sueños,
y me duela...
me duela..
El corazón de tanto quererte...
Con tan sólo un segundo...
D.Lope
Olvidé las ausencias, las largas esperas, dejé que el cielo quebrara a mi espalda. Me deje más esencias que penas en aquella tormenta creada por mi mismo, para salir corriendo y recoger nuevas prendas con las que vestirme por completo.
Qué importa qué quedara allí, donde ya no dejó huellas. Qué más da, cien veces dije, tras salir no pienso miras atrás.
No queda más que dejar que sea el viento quien guíe mis pasos. Que lleven solo lo que puedan llevar.
Sin brújula con la que guiarse, solo ese instinto que a veces consigue dejarte en el lugar correcto.
Volví donde juré no hacerlo.
Caí donde ya había caído.
Me levanté cuantas veces pude, rápido o demasiado despacio, dependiendo del tropiezo.
Solo persiguiendo primaveras eternas donde quedarme, donde comenzar de nuevo.
Seguí mi viaje de expectativas incompletas, de miedos, feroces lugares donde se viven las guerras.
Para llegar exhausto aunque alegre por encontrarte allí, en cualquier tejado de cuantas ciudades pasé.
Jugué con los gatos que en ellos habitan para que guardaran mi espalda, mientras me enseñaban dónde quedaba tú ventana.
Y aunque no puedo tocarte, te siento a mi lado, encontré la manera de alcanzar tu lazo…mi querida ilusión.
D.Lope
Apareciste tú con tus dulces y suaves versos
que zumban en mi mente despertándome de
sueños dormidos, alimentando mi ser de
nuevas ilusiones y fantasías, dándole vida a
mi corazón que entristecido estaba.
Llegaste tú con tus palabras cargadas de amor
y cariño escritas con en el corazón, llenando
mis espacios vacíos colmándome de alegrías,
sentimientos y emociones
Traspasaste los límites de las fronteras
inventaste un mundo donde sembraste
tu poesía en mi alma.
Quizás te ofendí con mi sentir que nació desde
que empezamos a escribirnos, Discúlpame por
amarte en un tiempo donde ya no hay lugar
para mi en tu vida.
Sábelo, te amo sin egoísmo y con total entrega
y ya no tengo manera de escapar, porque el
amor y ternura que siento a través de tus
letras se instala en mi alma por siempre y
para siempre…
D.Lope
¿ Sabes ? me duele el
corazon y mas no se
que hacer ....
Eres tan indesifrable .
Como hacer para
comformarte si lo
que te doy no te
basta, ¡dime !.
¿ Como hacer ?
para darte todo
lo que me pides ...
Si no me dices .
Si te encierras te
callas y dejas mi
corazon roto por
ti por tu forma de
ser.
Me duele el sentirte
asi , lejano , por
largos dias , mas
despues , llegas
y ya no se que hacer.....
Dime , ¿Como hago ?
si te envuelves en tu
coraza y no me dejas
Llegar.. ¿ dime ?..........
¿ Como ? hago...........
Por más que quiera olvidarte
eres como el pan.
Me gusta el pan, lo muerdo,
lo saboreo y entonces veo el trigo,
mantos amarillos buscando horizonte.
El rocío de plata sobre los granos,
las raíces que buscan el agua.
Por más que quiera olvidarte
veo la tierra,
me gusta la tierra que da frutos,
la arcilla que modela seres,
el arena que construye casas,
la Pachamama que alimenta sus hijos.
Por más que quiera olvidarte
eres un ancla en mi vida, una luz,
eres la sal dando sabor a mis sueños,
el azúcar que endulza mis días.
¿Cómo podría olvidarte si eres mi vida?
D.Lope
Preocupándote por mí
Indagando mí historia
Se te olvida
Tus devaneos de la memoria..
Preocupándote si alguien conmigo
Comparte mi lecho
Te olvidas con quien compartes
La vida sobre un techo.
Preocupándote de mi vida
De lo que hago
si descanso o trabajo
Si bailo o no
al ritmo del son..
Preocupándote por mi color
Te olvidas lo que sucede
A tú alrededor.
Preocupándote por mi raza
Te olvidas lo que sucede
En tu casa…
Preocupándote del color
De mi piel
Te olvidas
Qué no todo en la vida
Es sabor a miel.
Preocupándote por todo
Por mi raza y por mi religión
y como dice una linda canción
al FINAL cámara
las calaveras
todas BLANCAS SON…
D.Lope
domingo, 24 de marzo de 2013
La esperanza y su secreto.
La esperanza y su secreto divagan entre el tiempo.
Pasea por plazas, camina altiva, sin prejuicios ni pretextos, mostrando la sonrisa que encandila a los sueños.
Refleja en su mirar la dulce inocencia que aun guarda, llevada en el tiempo desde su infancia a todos los días, siempre vive.
Camina adentrándose en cuantos callejones colmados de excusas encuentra, con la intención compleja de vaciarlos.
Juega tranquila con la oscuridad absoluta.
Rescata almas que se creen perdidas, volviendo luego a su senda, la que la devuelve a cualquier plaza para caminar de nuevo tranquila.
La esperanza y su secreto, pasan por la vida sin hacer ruido, sin levantar sospechas ni extrañas amenazas.
Siempre allí la encuentras, a veces sentada llenándose de cuantas historias contempla, mientras, detecta quién sufre, quién ama, quién desilusionado lleva su transcurso por la vida.
No elige, llega a todos sin pensar si yerra, los quiere, los mima, los abraza. Los llena de su magia para seguir su tránsito, allí donde jamás puedas verla ni tocarla.
No la busques, será ella quién se presente, utiliza cómodas moradas en los corazones.
No te escondas, formas parte su singular juego, tantos en esta vida, solo ella muestra esa grandeza, el tesoro que no llega a entregar.
La esperanza y su secreto.
D.Lope
La mañana
El sol sale y las tinieblas se esconden, en mi mente los pensamientos aparecen y los sueños se entumecen hasta que no consigo recordarlos, como odio olvidarlos, ya volveran a ser nuevamente creados en las noches de profundo dormir... Las tostadas y el zumo como desayuno, lavarse los dientes, perder el miedo y enfrentarse al nuevo día y como primer reto llegar puntual al trabajo. Los compañeros, ¿competidores o capaces de ayudarte? ¿rivales sin corazón o amigos cordiales con los que confiar?
El estrés, los nervios, la cantidad de trabajo, los atascos, los malos vicios, los abusos, y finalmente la salud... no se si eso es vivir la vida o morir viviendo más deprisa que los demás, pero prefiero hacerle más caso a Fray Luis o al loco capaz de huir sin tener más posesión que lo que se encuentre por el camino.
La mañana trascurre y la realidad me obliga a estar donde estoy, este horrible mundo lleno de miseria, donde hay que buscar, mejor aún, rastrear donde esta lo bueno: los buenos locales de compras, los buenos bares, los buenos restaurantes, las buenas peluquerías, los buenos cines, las buenas discotecas, las buenas playas y lo más importante, la buena gente y el buen ambiente donde uno pueda disfrutar de su tiempo libre. El gris cielo tapa el sol, se oscurece un poco el despacho y mis embalados dedos golpean el teclado escribiendo palabras y palabras de programación, me pierdo y, cuando se lo que estoy haciendo, vuelvo de nuevo a escribir, programando y programando, es un trabajo mecánico, como si de una fábrica se tratase.
Se trata de la vida, luchar por uno mismo o acabar en un mismo montón, luchar por quererse o quererse despreciar, ser activo o ser pasivo. ¿Capichi?
D.Lope
En medio de la vida
sentí una gran alegría:
pasó todo en una villa,
mujer poco sencilla.
Con un manual de encanto
aprendo, miro y canto
en su ventana, entretanto
pienso en la manzana... ¿Cuánto?
Mañanas, tardes, noches...
Olvidando otros amores
mientras yo la sigo en coche,
enloquecido, el roce...
Me confieso: a ti Anna
busco tu dulce manzana
que Eva y el otro, Adán,
mordieron en un afán.
La serpiente: "¡culpable!":
quería ser amigable,
ayudar y agradable,
un placer perdonable.
Eso mismo quería
hasta mi mano ofrecía,
su padre no me admitía
aunque pecamos días.
Primero nuestras manos,
después, unos cuantos besos,
calientes, ardientes labios,
acabamos fundidos.
Después sí, nos buscamos
y más llama, la encontramos
a golpes, nos la expandimos
como fieras, somos libertinos.
El tiempo y espacio:
visión que la perdimos
ahora solo momentos
de contactos intensos.
Luz del alba y rocío
que madrugo en domingo,
del calor, ahora, frío,
pienso en sus rubios rizos.
Llama por un manzana,
ceniza ahora con el alba,
dulce era mientras duraba...
agria ahora, la mañana.
D.Lope
Me fascina todo lo que me rodea, han cambiado tanto y tan rápido las cosas que ahora no sé ni quién soy yo,ni siquiera a dónde voy.
Observo como golpea la lluvia en mi ventana y veo caer esas gotas lentamente hasta desaparecer,aún así han dejado marcado su sencillo y humilde camino.Algunas,en cambio,se han quedado en el cristal y no se quieren marchar,pero ellas saben que su final está al llegar.
El cielo se encuentra gris, las calles mojadas y tristes,solo algunos deciden salir a pasear o a realizar algún recado urgente,pero tan solo algunos.Y yo sigo aquí,junto a la ventana observando todo esto y pensando en que sentido puede tener esto a lo que nosotros llamamos: VIDA.
Muchos pensaréis que es una cuestión fácil de plantearse y responder,pero tal vez sea la más compleja y difícil...
Vivir no es tener todo el dinero del mundo,tener fama ni tener todo lo que deseas en tal solo un chasquido de dedos.Desgraciadamente muchos piensan que eso es vivir y creen ser felices pero no se dan cuenta ni de quienes son en realidad...
Como Miss Lunatic decía al comisario O'Connor: "Vivir es no tener prisa,contemplar las cosas,prestar oído a las cuitas ajenas,sentir curiosidad y compasión,no decir mentiras,compartir con los vivos un vaso de vino o un trozo de pan,no permitir que nos humillen o nos engañen...Vivir es saber estar solo para aprender a estar en compañía,y vivir es explicarse y llorar...vivir es reírse."
Esa es la más certera definición de la palabra vivir,la cual siempre confundimos en su definición.
Ahora está en vuestra mano reflexionar o no y comparar vuestra manera de vivir el día a día con todo aquello que pensábais que no era vivir.
D.Lope
Atrapado en la luna
La luna me mira, me cuenta su historia repetida por cientos de poetas. Siempre la misma treta para embrujarme y dejarme encerrado en cualquiera de sus cráteres.
Me muestra atrevida ese baile constante, de giro tras giro sobre la tierra. La que desde aquí se observa como una gran masa de circunferencia imperfecta, azul y blanquecina, para dejarme asombrado de su gran belleza.
Y sigo aquí atrapado, inmerso en su pálido reflejo, en su silencio perpetuo esperando respuesta para saber qué quiere esta luna de mi. Me entretengo contando los millones de estrellas que la rodean.
Contemplo sus formas, las mismas que en la tierra se observan en las noches despejadas y que incluso sirven de guía a los navegantes que cruzan los océanos, los mares, gigantescos en la tierra e indivisibles aquí.
Solo en ese entretenimiento me encuentro con una estrella que poco a poco su brillo va apagando queriéndose consumir. En ese momento me responde la luna, descifra su enigma de por qué me tiene aquí.
“No es tu cuerpo lo que traje a mi esfera, sino tu alma, la única capaz de devolver a esa estrella su brillo y su sola presencia llegue a evitar que se consuma…….”
Recorriendo tus senderos con la
Punta de mi lengua ,
Embriagandome De ti,
Sintiendo como me quema la lengua
Al roce de tu piel ,
Loco de deseo ,
Sediento de pasión ,
Tu cuerpo se funde con el mío
En un vaivén de pasión .
Siempre ... Tuyo...
Siempre .... Deseándote ...
Simplemente .... Yo.....
D.Lope
sábado, 23 de marzo de 2013
Café con el aroma de las horas
y la mesa en el aire
donde al primer hervor los vivos y los muertos
levitemos.
Amable duende que nos sigue por el mundo
con densas vaharadas. Café natal, sentimental,
¿qué pruebo en su sabor, qué bebo?
–A grandes sorbos bebo tiempo,
bebo mi vida gota a gota,
la que he perdido y vuelve, la que queda
humeante aún ante mis ojos, esperándome.
Café del alba, amargo, recién hecho,
que nos trae a la cama
algún canto remoto del gallo.
Café de las ciudades fugaces, imprevistas,
que sabe a las voces de su gente,
al rumor de sus ríos imaginarios.
El café gris de las estatuas en la lluvia,
tan frío en su boca de mármol.
El café azul del pájaro,
el verde inmenso de los soleados platanales
y el café de los ausentes,
dormido en nuestra sangre.
Sólo para avivar su aroma escribo a tientas
al dictado del fuego.
Sólo para servirlo siempre dejé oculta
alguna taza que se beba entre líneas,
detrás de mis palabras.
viernes, 22 de marzo de 2013
LA RAZON
Acaso tiene que haber una razón
Una razón para enamorarse
Una razón para ser libre
Acaso el amor es perfecto
Por que esa razón no puedes ser tú ?
El motivo de este amor
De este sentimiento
Que no me deja respirar
Y cuál es la razón
La razón está en este amor
No soy perfecta
Pero si luchadora
Errores cometo
Por este amor lucho
Y eres la razón
La razón de todo
Necesito hacer cosas
Y quiero que sepas
Que te encontrare
La razón eres tú
Sobre mis espaldas
La llevo
Porque es un gran motivo
Para comenzar de nuevo
Razón, imperfección, perfección
Cuál es la perfección
No la hay
Por eso muestro mi lado
Mi lado de la imperfección
Pueden pensar que estoy loca
Pero no es así
Solo estoy enamorada de la vida
Por muchas trampas que me pongan
Solo estoy enamorada de ti
Aunque no haya perfección
Por eso te quiero
Por eso estoy bien
Tiene que haber alguna razón?
Cumpliré ese sueño
Caminare por ese sueño
Dormiré por ello
Cuál es la razón?
La razón de no haber desaparecido
De seguir aquí
Mi sueño esta aquí
La razón del amor existe
Para que tú existas
La razón tú
La razón yo.
Apresado en tu boca
Condena perpetua a tus besos
por quebrar la ley del amor
valiente altanera tu boca
que no ha de negar cada acción,
su lengua, la cómplice esclava
que domina la situación
que juega al estar apresada
en la cárcel de mi posesión,
mi boca al igual que mi cuerpo
disfrutan de la sensual sanción
y buscan penitencia eterna
para tus besos de amor.
Un dulce juego del instinto
con tacto provocador
tus labios contactan los míos
iniciando la excursión,
recorrerás todo mi cuerpo
sin recibir una objeción
perdido, yo haré que mi tiempo
extienda, la penitencia de tu amor.
D.Lope
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