domingo, 24 de marzo de 2013

La mañana

El sol sale y las tinieblas se esconden, en mi mente los pensamientos aparecen y los sueños se entumecen hasta que no consigo recordarlos, como odio olvidarlos, ya volveran a ser nuevamente creados en las noches de profundo dormir... Las tostadas y el zumo como desayuno, lavarse los dientes, perder el miedo y enfrentarse al nuevo día y como primer reto llegar puntual al trabajo. Los compañeros, ¿competidores o capaces de ayudarte? ¿rivales sin corazón o amigos cordiales con los que confiar? El estrés, los nervios, la cantidad de trabajo, los atascos, los malos vicios, los abusos, y finalmente la salud... no se si eso es vivir la vida o morir viviendo más deprisa que los demás, pero prefiero hacerle más caso a Fray Luis o al loco capaz de huir sin tener más posesión que lo que se encuentre por el camino. La mañana trascurre y la realidad me obliga a estar donde estoy, este horrible mundo lleno de miseria, donde hay que buscar, mejor aún, rastrear donde esta lo bueno: los buenos locales de compras, los buenos bares, los buenos restaurantes, las buenas peluquerías, los buenos cines, las buenas discotecas, las buenas playas y lo más importante, la buena gente y el buen ambiente donde uno pueda disfrutar de su tiempo libre. El gris cielo tapa el sol, se oscurece un poco el despacho y mis embalados dedos golpean el teclado escribiendo palabras y palabras de programación, me pierdo y, cuando se lo que estoy haciendo, vuelvo de nuevo a escribir, programando y programando, es un trabajo mecánico, como si de una fábrica se tratase. Se trata de la vida, luchar por uno mismo o acabar en un mismo montón, luchar por quererse o quererse despreciar, ser activo o ser pasivo. ¿Capichi? D.Lope

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