martes, 8 de septiembre de 2015

Que la brisa penetre a través de la ventana acariciándome con un escalofrío suavemente mi piel y pueda contemplar por ella el cielo y el mar azul, distintas gamas en un mismo pentagrama. Nubes blancas pintarrajeadas que trazan siluetas imaginarias de los monstruos que un día vencí; se acabaron las tormentas grises. Quiero una panorámica de mi vida en colores. Puros o con matices y mezclas que empañen o ensalcen la belleza de cada una de las tonalidades. Necesito despertarme con el naranja de un zumo recién exprimido en un sitio con calor a hogar. Preciso que cuando me escuches te vistas de negro cuando en mi mundo haya ausencia de color, que te introduzca en la oscuridad de mi interior cuando te muestre mis problemas, para teñirlos después lentamente de verde; el verde aceituna que baña los campos de mi tierra, un verde de esperanza y de nostalgia bella. Regálame una flor violeta, sin cortar, sin robarle la esencia; sólo apunta con tu dedo aquella que brota para mí. Ansío estremecer con los rayos amarillos de ese sol que apaga un atardecer para dar la bienvenida a esa luna de tono cambiante, como un día de lluvia en el que emerge el arcoíris, y pintar mis uñas de cada color. Que el erotismo se tiña de rojo pasión, y que las llamaradas nos prendan la piel para después calmar mi sed con aroma del marrón café, y de la tierra mojada bajo mis pies. No podría caminar cada día por un paisaje solo en blanco y negro; no quiero perderme la alegría de colorear mi memoria para finalmente silbar y tararear que mi vida es del color con que se pintan lo sueños. F.Lopez

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